HISTORIA DE LA HORMA
La horma es la herramienta más importante y el símbolo del arte de la zapatería. Sus orígenes son tan remotos como los propios principios del oficio. Los griegos ya aplicaban el concepto del calzado asimétrico, confeccionando una horma para cada pie. Los conocimientos sobre la elaboración de las hormas, como tantos otros, se perdieron durante la edad Media. Muy probablemente, en el norte de Europa no se usaba ningún tipo de ayuda para la confección de zapatos. Los zapateros cosían las piezas de piel de forma más o menos correcta, pero a partir del siglo XVI, abundantes grabados, dibujos y pinturas empiezan a dar testimonio de las herramientas usadas y principalmente de las hormas. El zapatero disponía de una gran cantidad de hormas; las piezas individuales, al igual que en la actualidad, sólo se construían para la clientela selecta o según deseo expreso del cliente. En un principio utilizaban únicamente una placa gruesa de madera con forma de suela.
A finales de la Edad Media, los zapateros trabajaban aún con hormas simétricas y de un solo bloque: tomaban las medidas para ambas hormas de un solo pie, lo cual, como es de imaginar, provocaba incomodidades considerables al usuario del zapato mientras se acostumbraba al calzado. (No es de extrañar que los nobles obligaran a sus sirvientes a calzar los zapatos durante seis meses, para
que “se diesen de sí”).
Las hormas asimétricas fueron “redescubiertas” a principios del siglo XIX como consecuencia de la orientación popular hacia los orígenes del hombre que propugnaba la Ilustración (finales del siglo XVII hasta entrado el XIX) con el lema “regreso a la naturaleza”. En el curso de la Ilustración, surgió en el seno de la sociedad una conciencia corporal más sana y natural, algo que se trasladó también a la moda: los esfuerzos concretos se destinaron en primer lugar al calzado de los soldados, que dadas sus exigencias debía ser más cómodo. Los zapateros empezaron a orientarse según el pie natural y a estudiar su anatomía, una parte importante de la formación de un zapatero hasta la actualidad, especialmente desde que se impusieron las hormas asimétricas.
La demanda de zapatos que se adaptasen bien creció a lo largo del siglo XIX. Se desarrolló la producción en masa, que trajo consigo una nueva división del trabajo y una diferenciación más acentuada de los oficios. Como consecuencia de la industrialización de la confección del calzado en la segunda mitad del siglo XIX, la construcción artesana de hormas se ha convertido en un oficio singular y poco corriente. Debido a que en el año 1819, Thomas Blanchard patentó un torno en el que podían producirse formas irregulares de madera, perfecta para la confección de hormas. Ya en la década de 1920, salió al mercado la máquina predecesora que se utiliza en la actualidad, también conocida como máquina copiadora de tallas, y con la cual pueden trabajarse la horma del pie derecho e izquierdo simultáneamente y obtener un par en cuestión de 5 a 6 minutos.